Son muchas las novedades que tengo que contaros desde la última vez que actualicé el blog! Me vais a perdonar la demora, pero entre las vacaciones y la «vuelta al cole» me ha resultado imposible escribir nuevos posts.
Ya con todo listo para la nueva temporada, continúo comentando algunos de los trabajos o novedades acontecidas en este último mes. Y creedme… que no son pocas!!
Sin embargo, voy a comenzar la temporada hablando de una situación que he vivido hace un par de semanas y que, desde luego, es la que más satisfacción me ha dado en estos meses.
La desesperanza tocaba a mi puerta en forma de llamada de un amigo con el que hacía tiempo que no coincidía. Su invitación amable para tomar un simple café ocultaba el grito desesperado por una situación considerada ya como insostenible. El largo periodo que mi amigo llevaba en paro estaba haciendo mella tanto en su estado físico como mental: con todas las posibilidades descartadas, ya no sabía qué hacer.
No digo que la solución improvisada que le recomendé mientras tomábamos ese café vaya a ser la solución a esa situación, pero por lo menos, conseguimos encontrar un camino de motivación y de esperanza para seguir adelante y no tirar la toalla.
Ni clientes nuevos, ni resultados positivos, ni proyectos a la vista… nada puede superar el provocar una «chispa» de brillo en los ojos de una persona desesperada que comienza a descubrir una ventana de esperanza…
Estos son los detalles que realmente hacen que merezca la pena seguir trabajando duro. Poder aportar, como en este caso, aquello que otros no pueden ver. O por lo menos, intentarlo.
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