Aunque casi no os comento nada de mis clases en la Universidad, continúo impartiendo Economía y Microeconomía en la Escuela de Empresariales y del Trabajo de la UVA. A punto de finalizar el primer cuatrimestre hago balance de estos meses que han pasado volando y que, aunque ha supuesto un esfuerzo extra al juntarse mi nueva faceta como profesora con la contratación de nuevos proyectos fuera de la provincia, he de reconocer que ha merecido con creces la pena ese trabajo «extra».
Sobre todo, cuando alumnos se han acercado a agradecerme el punto de vista que como empresaria he aportado de la Economía. Una materia que en un principio podría resultar «pesada» pero que he procurado impartir teniendo en cuenta la cantidad de ventajas estratégicas que podemos obtener si llegamos a entenderla correctamente y si sabemos aprovechar la gran cantidad de señales que con el tiempo nos van dando los mercados (de valores, divisas, dinero, bienes, factores…).
Y es que, no me he cansado de repetirlo desde el inicio de las clases: es fundamental para un empresario o para un director de departamento de ventas, compras, marketing… tener una base económica sólida que le permita tomar decisiones empresariales en función de la información que tanto a corto como a largo plazo nos estén dando los diferentes agentes económicos.
Esa base económica sólida aporta a nuestra especialización (el marketing internacional en mi caso) un valor añadido que hará posicionarnos por delante de nuestra competencia y mejorar nuestras cuotas de mercado.
Contenta de que mi experiencia haya aportado un pequeño «granito de arena» y que haya resultado útil para los alumnos de la Escuela.
Alumnos que serán los futuros empresarios de nuestra sociedad.
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